Este martes pasado, en la sesión del concejo deliberante, el concejal del justicialismo Darío Vega presentó un proyecto de ordenanza, para que la calle principal del barrio Pueblo Nuevo lleve el nombre de Vicenta Caballero, más conocida como “MACHECHA”
Vicenta “Machecha” Caballero es para los habitantes del barrio Pueblo Nuevo la síntesis de sacrificio, trabajo, amor por la familia y solidaridad; es la historia misma del barrio. Nació en la localidad de Tacuarendí, un 5 de abril de 1911.
Hija de Don Esteban Caballero y Doña Gregoria López, oriundos de Villa Guillermina y dónde estaban radicados desde siempre.
Con su pareja Gervasio Torres, conocido por todos como “Quebracho”, eran trabajadores forestales, hasta que le surge la posibilidad de ingresar como obrero del ingenio Germania, que funcionaba en Las Toscas corriendo el año 1929. Por entonces Vicenta tenía 18 años.
Las historias familiares cuentan que Ya instalados en la localidad, la industria azucarera le sede una porción de tierra, propiedad de la industria, junto al arroyo Las Toscas, donde levanta la pareja, un corte de rancho, cuyas paredes son amasadas con barro y pasto con sus propias manos y los cubría un techo de paja prolijamente tejido.
Debemos tratar de imaginar el contexto de aquel momento; cuando este conocido barrio era tan solo, un bosquejo de lo vendría luego con el tiempo. Tan solo algunas familias de tanto en tanto, estaban radicadas en esta zona y todas eran trabajadores del Ingenio, con sus viviendas asentadas a la vera del arroyo y la maleza tupida que no dejaba ver en algunos casos quien era su vecino.
A fuerza de una improvisada calle y picadas que llegaban al pequeño caserío del casco céntrico del poblado tosquense. Y por la vía del ferrocarril era la forma de llegar a la fabrica azucarera por quienes trabajaban en ella. Estas vías eran utilizadas por el “coche motor” desde Las Toscas a Santa Fe -ida y vuelta- como así también para cargar bolsas de azúcar en los vagones que tenían destino al sur.
En ese lugar, Vicenta comenzaría un rica historia de vida trayendo al mundo sus 8 hijos, y criando a varias nietas que por distintos motivos quedan a su guarda definitiva.
Otras de las historias familiares relatan que Las Toscas, que todavía no llegaba al medio siglo de fundada se iba forjando como lugar de destino para muchos que soñaban trabajar y realizarse. Así es que su humilde morada cobijaba la llegada de trabajadores golondrinas que en épocas de zafra y cosecha de algodón eran recibidos y les daba cama y comida mientras duraba la temporada de trabajo.
Vicenta, por su experiencia -propia de madre de muchos hijos- era consultada por las madres primerizas y sin temor alguno las ayudaba en tareas de parto. Tan solo para tener en cuenta y a modo de dato ilustrativo, el hospital rural número 4 de nuestra localidad fue habilitado en el año 1944 – Leandro Binaghi era comisionado interventor en el gobierno comunal- ese año, Vicenta tenía tan solo 33 años de edad.
Así se fue convirtiendo el la partera de barrio, por su gran corazón solidario y experiencia de vida. Vicenta Caballero, ayudó en trabajo de parto a sus hijas, a sus nueras, vecinas, conocidas y hasta tuvo el privilegio de tener en sus manos por primera vez a muchos de sus bisnietos, por que también era partera de sus nietas. “Y cuando estaba entrada en años, ya no cumplía la función de partera y recurrían a ella, no dudaba en preparar el zulqui; y sea la hora que sea, se aprontaba a llevar a la futura madre hasta el hospital para que fuera atendida”, cuentan sus descendientes.
Su familia afirma que ella tiene, no menos de 47 nietos, lo cual nos lleva a imaginar inmediatamente un centenar de bisnietos y hoy ya tiene una generación de tataranietos que habitan esta localidad.
Esta mujer ejemplar quedó viuda muy pronto, su esposo Gervacio, falleció con tan solo 53 años y ella siguió su camino educando con el ejemplo a sus hijos, teniendo como sustento el lavado y planchado de ropa, servicio que realizaba en los domicilios particulares y luego, cuando ya estaba en entrada edad, lo hacía en su domicilio, recibiendo la ropa allí.
Con el tiempo, y siendo presa fácil de la crecida del arroyo y con la ayuda de sus hijos, construye en zona más alta una nueva morada y allí vive hasta el 14 de agosto de 1999.
Vicenta, era la madre que todos consultaban y a quien ella siempre abrazaba, así consentía a sus nietos, dándoles pequeños gestos de amor y cobijandolos del reto de los padres. Llegó a tener cada día y cada mañana la visita permanente de todos los niños del barrios, nietos propios y adoptivos, que llegaban a su casa y los recibía con un patio recién barrido con escobadura y regadito prolijamente, donde los infantes esperaban con sus jarrito y tazas en mano que Vicenta les sirviera de una gran pava enlozada verde el exquisito mate cocido y una torta frita bien calentita, así era que el barrio veía como los niños y niñas se levantaban, lavaban sus caras y manos, diciendo voy a lo de “MACHECHA” , relata una de sus nietas Queda entonces desde aquel instante y hasta hoy en las charlas cuando aflora su nombre y su recuerdo, los familiares, amigos y conocidos en nombre de “MACHECHA” que que con mucho cariño le decían en el barrio.
Entre las consultas que hice, se afirma que Machecha realizó más de cien partos; la cantidad de anécdotas que recibí la muestran tal cual fue, una mujer predispuesta siempre a ayudar, al hacer por el otro, a educar y enseñar el respeto a los demás.
De su descendencia directa se puede ver formadas las familias Suárez, ya que Leonilda (su hija conocida como Zulma) es esposa de Santito Suárez. Dorita (conocida como Luchi) es la esposa de Chino Suárez.
Honoria (conocida como Nori) es la esposa de Juan Gutierrez. Feliciana (conocida como Quita) casada con Víctor Suárez.
Ernestina, su primer hija y la mayor de sus hermanos se radicó desde muy joven en Buenos Aires, camino que seguirían luego, sus hermanos Bernardino (conocido como Tuqui) y Benjamin (conocido como Quincho). El último de sus hijos aún reside en el corazón del barrio Pueblo Nuevo, el es, Oscar Isidro Torres (conocido como Cai). También cabe destacar que su hija nieta, Cristina, a quien crió desde muy pequeña y estuvo hasta el último suspiro con Machecha, sigue viviendo en la misma casa que Vicenta forjó y soñó.
En su gran mayoría todas familias trabajadoras del ingenio azucarero.
Si nos detenemos por un momento e idealizamos el barrio, podemos ver que prácticamente la mayoría de su población tiene alguna relación con Vicenta, a tal punto llega su importancia en la vida de tantos tosquenses, que el canta autor local Miguel Kauffman convirtió en canción la vida de “Machecha”
Para terminar esta corta referencia de una persona maravillosa, bondadosa, sensible, solidaria, respetada, generosa entre tantos otros adjetivos que podría seguir enumerando y que la vida me permitió conocer y querer, quiero agradecer a Los vecinos Juancito Gutierrez (nieto), Cristina Torres (hijanieta) Oscar Torres (hijo), Raúl Suárez, (nieto) por los datos y su tiempo dispensado para poder desarrollar este proyecto. nos decia Dario Vega